Curacaví, Curacahuín significa Piedras del Festín o Junta en el Pedregal, en el tiempo de la Colonia, en aquel Chile, le nombraban «Tambo Viejo»; llámenlo como quieran, este es un lugar de encuentros y desencuentros, de alegrías y tristezas, de locos, apasionados o rebeldes personajes que se parecen al día y la noche, de la talla de José Aureliano, de Raskolnikof, de Freddy Kruger, de Martín Rivas, los que se sentirían en familia frente a los locos que aquí han vivido. Este sitio está dedicado a mi querido pueblo en Chile que al igual que Macondo ha tenido más de «Cien años de Soledad» y muchos Aurelianos (léase Chelgua, Pollo Cautivo, Canchel-lagua y por último Pato Cochiná que le gano a la muerte).
Si sientes nostalgia de este lugar, si quieres conocerlo, si quieres venir a pasear a Curacaví, o mejor aún, si quieres venirte a vivir a este terruño, aquí encontrarás impresiones de su personalidad que te ayudarán aconocerlo mejor. A curacaví puedes encontrarlo viajando por la Ruta 68 desde Santiago a Valparaíso o Viña del Mar, desde el túnel Lo Prado hasta el Túnel Zapata o por sus alternativas, desde la cuesta Barriga hasta la cuesta Zapata. Curacaví es un pueblo pequeño, latinoamericano, entretenido, hermoso, libre de la «grasa de las capitales», pero no demasiado lejos, de tal forma que la nostalgia por los eventos cosmopolitas pueden ser satisfechos con un corto viaje a Santiago o Valparaíso.
Aquí, todavía encontrarás aquellos antiguos señores con sombrero, que lo inclinan para saludarte, pero también encontrarás raperos, hip-hoperos, la señora de la esquina, hippies, algunos cibernautas, el señor de la Botica, huasos en caballo, otros en bicicleta y también en lujosas camionetas, todos conviviendo y haciendo de este vergel un lugar entretenido. Si te gustan las empanadas, el arrollado, los dulces chilenos, la cazuela, la carbonada, las uvas, las parcelas, la cueca, la chicha, las viñas, los huasos, el campo, entonces ven a Curacaví.